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Foto: Joan Colom |
«Lugar de almacenes textiles, cajeras con gafas que numeran hasta sus polvos (y algunas ya están en el dos y medio) y empresarios que se ahorcan de vez en cuando con una sábana fabricada por la competencia
».
«Es lugar noble pero en decadencia, porque en ella estuvieron, durante la gran época de los fabricantes textiles, los enormes montones de telas tras las que cada 31 de diciembre, al hacer balance, aparecía el tenedor de libros con su secretaria. La secretaria nunca era la misma, pero el tenedor de libros sí. Ahora los almacenes se habían ido transformando en locales donde se vendían saldos a tanto la pieza y en parkings a tanto la hora
».
Méndez
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