«El detective Marcos no tenía licencia, pero trabajaba para otro detective que sí la tenía. El despacho del que la tenía estaba en la calle de Fontanella, cerca de donde descansa en paz uno de los estudios de fotografía más antiguos de Barcelona, hay un establecimiento donde se reparan estilográficas de la Gran Guerra y circulan una gran cantidad de señoras asustadas porque no saben si al final de mes podrán pagar lo que han gastado con la tarjeta de El Corte Inglés».