«El Price, que se había enardecido con Luis Romero o con Fred Galiana, languidecía con Frank García o con los hermanos Pinto, aunque a veces volvía a aplaudir a Bobby Ros y vibraba con un recién venido llamado Pedro Carrasco. Su público era el de una Barcelona más alegre, más variada, donde no todo consistía aún en un palmo cuadrado para meter a la mujer y a la suegra. La clientela del Price era en gran parte la de aquellos bares con las sombras nostálgicas, con las mujeres que llevaban puesta su propia máscara. A veces me mezclaba con todos aquellos tipos furtivos, observaba sus negociaciones rápidas, sus guiños, sus gestos consabidos que las mujeres captaban al instante en el doble radar de su bolsillo y de su sexo».
Expediente Barcelona
0 comentarios:
Publica un comentari a l'entrada